
Facebook me recuerda estos días que hace dos años publiqué Fuera hace frío. Es una eternidad y un suspiro a la vez. Casi no termino esta novela. Estaba bloqueado. Hasta que una mañana, en el bus, tras un turno de noche estresante, me asaltó la imagen de Noelia bajo la lluvia con la gata en brazos. La vi con tanta claridad como si realmente estuviese delante de mí. No sé por qué surgió esta visión en ese instante, pero comprendí inmediatamente su significado trascendental para la suerte de la novela. Todavía hoy la veo en mi cabeza con toda su viveza. Parece un recuerdo real y no una invención de mi imaginación.
Me pregunto si ahora esta visión u otra de las que han dado vida a esta novela forma parte de los recuerdos de algún lector; si esta suerte de apariciones literarias en las que el escritor parece solo un médium y no el autor de su propia creación son precisamente las que recordamos después de leer una obra. O si nuestros recuerdos de lectores obedecen solo a nuestros propios fantasmas, en un juego de espejos donde el texto actúa como un cristal mágico que devuelve a cada cual el reflejo de sus propias obsesiones.
Lo que sí sé a estas alturas, dos años después de su publicación, es que muchos lectores habéis disfrutado con Fuera hace frío. Os agradezco los cálidos mensajes que me habéis enviado para hacérmelo saber. Espero que muchos más os sigáis animando a conocer a Noelia, Carlos y el resto de los personajes que me utilizaron para contar su historia 😉
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Aquí podéis leer el comienzo de la novela: