«Indigno de ser humano» (1948), de Osamu Dazai

«La idea de ser respetado solía intimidarme excesivamente. Mi definición de un hombre «respetable» era la de quien ha triunfado casi completamente en engañar a la gente, pero que, finalmente, es desenmascarado por alguien omnisciente, omnipotente, que le arruina y le hace sufrir una vergüenza peor que la muerte».

Indigno de ser humano
Osamu Dazai

Tres fotografías, tres diarios. Su protagonista es Oba Yozo, un loco según nos cuenta el escritor que introduce la historia y que le va a dar su epílogo. Desde el primer momento, Yozo nos hace partícipes de la visión monstruosamente deformada que tiene de su propia naturaleza. Se siente «descalificado como ser humano», abrumado por la vergüenza que le provocan sus limitaciones y faltas, y por la conciencia de su incapacidad para encajar entre quienes se supone que son sus semejantes. Yozo se esconde tras la máscara de un payaso para que los demás le toleren. Le aterra que puedan descubrirle. Actuará con vileza y cobardía, nunca dará la talla, ni siquiera tendrá éxito con sus intentos de suicidio. Solo triunfará como libertino, entregándose a una vida de total disipación:

«Pronto comprendí que la bebida, el tabaco y las prostitutas eran excelentes medios para disipar (aun por unos pocos momentos) mi terror hacia los seres humanos. Llegué incluso a sentir que si tuviese que vender hasta mi última posesión para obtener estos medios de escape, merecería la pena».

Yozo es incapaz de amar, pero es amado una y otra vez por las mujeres que va conociendo. Esto lleva a preguntarse si detrás del terrible retrato que nos hace de sí mismo hay una verdad sustancial sobre él que está vedada a su comprensión. Cuando la última página de sus diarios termina con el relato de su ignominiosa vida, el epílogo que nos ofrece el escritor que nos presenta su historia arroja una luz inesperada sobre Yozo que lleva a cuestionarse sobre el sentido último de todo lo contado hasta ese instante.

Retrato de Osamu Dazai
Osamu Dazai

Osamu Dazai publicó Indigno de ser humano en 1948, poco antes de suicidarse. Tenía treinta y nueve años. Los rasgos autobiográficos de esta obra son conocidos. Los intentos de suicidio, la ruptura con su padre, que lo desheredó, su paso por el Partido Comunista, su internamiento en el psiquiátrico, sus excesos con el alcohol, su adicción a la morfina… El tratamiento que Dazai da a estos hechos a través de la mirada desapasionada de Yozo es sobrio y ceñido al pequeño detalle, una réplica literaria de la técnica pictórica que Yozo ensalza en sus diarios:

«Qué superficialidad –y qué estupidez– hay en intentar describir de una manera bella cosas que uno ha pensado bellas. Los maestros, a través de sus percepciones subjetivas, crearon belleza a partir de trivialidades. No escondieron su interés incluso en las cosas que eran nauseabundamente feas, sino que se empaparon ellos mismos en el placer de describirlas».

Lo que es bello y feo varía según el quién y el cuándo. Yozo vive en el Japón de la dictadura militar y el imperialismo. Sus contemporáneos son fanáticos capaces de los peores crímenes. ¿Y él?

«Me siento como si hubiese sido un “paria social” desde el momento en el que nací».

Yozo está fuera. No puede ser como quienes le rodean. Su conciencia moral le aparta de los demás. Lo que aparece como realmente monstruoso en él no son sus faltas, por grandes que estas puedan ser, porque en ningún caso Yozo persigue el mal ajeno, sino la supervivencia de su espíritu crítico en una sociedad borracha de fanatismo y violencia.

Obra profundamente inquietante, testamento de uno de los autores de culto de la literatura japonesa, Indigno de ser humano, de Osamu Dazai, mueve a una honda reflexión sobre la compleja relación entre el individuo y la sociedad. Como escribió Dazai:

«Lo incomprensible de la sociedad es lo incomprensible del individuo».

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8 comentarios en “«Indigno de ser humano» (1948), de Osamu Dazai

  1. Hola Juan, me ha encantado tu post sobre la novela. La tengo en la lista de pendientes hace tiempo, esperando su turno, porque creo que cada libro tiene su momento para ser leído, se nota que te ha dejado mucho para reflexionar y tu propio escrito invita a hacerlo sin haber leído la novela.
    Saludos 🙂

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