«Lo bello y lo triste» (1964), de Yasunari Kawabata

Portada de "Lo bello y lo triste", de Yasunari Kawabata

«Esperar a Oki es lo mismo que esperar el pasado… El tiempo y los ríos no corren para atrás».

Lo bello y lo triste
Yasunari Kawabata

Oki viaja a Kyoto para tener un fugaz reencuentro con Otoko, con la que tuvo un apasionado romance más de veinte años atrás. Entonces Oki tenía treinta años y Otoko dieciséis. Otoko tendrá que recomponer los pedazos de su mundo, marcada dramáticamente por esta experiencia prematura. Oki, por su parte, seguirá con su matrimonio y con su carrera de escritor. En una cruel ironía del destino, conseguirá su mayor éxito con la novela que cuenta su historia de amor con Otoko. Ella es ahora una pintora que goza de reconocimiento también. Keiko, su discípula y amante, verá en la reaparición de Oki una oportunidad inesperada para vengar a Otoko.

Yasunari Kawabata escribe al referirse a Una chica de dieciséis, la novela de Oki, que «la belleza de aquella historia había sido acentuada hasta el punto de escapar a cualquier cuestionamiento moral». Algo parecido sucede con Lo bello y lo triste. Cuando Keiko se erige como juez de los demás, es solo para satisfacer los excesos melodramáticos de su temperamento.

«—No temo al suicidio. Lo peor que puede ocurrir es que uno se harte de la vida. Me sentiría plenamente feliz si usted me estrangulara… después de haberme usado como modelo».

El mayor drama en Lo bello y lo triste es el paso del tiempo. «Un amor fresco y juvenil» sigue marcando la vida de sus protagonistas, que ya no son frescos ni juveniles. Kawabata nos muestra la inutilidad de apegarse a unos recuerdos que son solo fantasmas. Pero también son algo más en este caso:

«Quizá ya no existieran los amantes de entonces, pero en su tristeza, le quedaba el nostálgico consuelo de que su amor se conservaba, como reliquia, en una obra de arte».

Kawabata retrata con sobrias pinceladas la relación entre el artista y su obra, una relación que es íntima y extraña a la vez, con sus luces y sus sombras. Oki y Otoko son artistas. Su frialdad y pragmatismo se vuelven los cómplices de su arte. Su contención formal, fruto del análisis, contrasta con el histrionismo de Keiko, la amante discípula de Otoko. Keiko, joven y trágicamente apasionada, pinta como lo siente, libre de ataduras formales.

El punto discutible de Lo bello y lo triste está en su final, que resulta forzado. Es difícil entender qué encanto irresistible tiene Keiko para el hijo de Oki. También es cierto que la pasión no entiende de razones. En este sentido, el final sí está a la altura del resto de la obra.

Por último, destacar la maestría con la que Yasunari Kawabata describe Kioto y sus escenarios, como el Templo del Musgo, que envuelven a los protagonistas de Lo bello y lo triste en una atmósfera única, en la que tradición y modernidad dialogan a cada paso que van dando. Sobresaliente novela, en definitiva, que hace honor a su título.

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14 comentarios en “«Lo bello y lo triste» (1964), de Yasunari Kawabata

  1. Que bueno leer una reseña de Kawabata en tu blog, al final eso de que te pondrías el kimono iba muy en serio y no sólo en lo que películas se refiere, recuerdo que hiciste una reseña a Yukio Mishima y Osamu Dazai.
    Volviendo a Yasunari Kawabata, este relato no lo he leído pero sí leí «Un brazo y otros cuentos» «Historias en la palma de la mano» y tengo en mi biblioteca «El maestro del Go» esperando ser leído, yo no me preocuparía mucho por el final del relato porque es un escritor muy atmosférico, con un fuerte sentido estético. Prima más el surrealismo y los sentimientos que evocan de los personajes o el paisaje que una historia estructurada….es como un sueño al atardecer.
    Me alegra que disfrutaras de la lectura y que sigas así, saludos Juan 🙂

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    • «Es como un sueño al atardecer», qué manera más bonita de decirlo, Coremi. He leído que esta novela es la más tramada de Kawabata, la próxima que lea imagino que se ajustará del todo a tu bella descripción. Debe ser realmente interesante su correspondencia con Mishima, recuerdo que me lo comentaste en su momento. Me sorprende lo fácil que conecto con estos autores, hay kimono para rato XD Saludos, Coremi 🙂

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      • Me pasa igual que a ti, la conexión fue instantánea y fue una grata sorpresa ya que la literatura asiática tiene fama de densa y enrevesada (los prejuicios que abundan) pero ellos siempre tienden puentes hacia mí y me encanta transitar por sus historias sin mapa ni brújula, sólo dejarse llevar y explorar todo el espacio que muestran.
        ¡Genial! Espero sea un kimono muy cómodo y amplio que aún tienes autores para rato.
        La correspondencia con Mishima seguro que no defrauda pues Kawabata sentía una sincera admiración por Mishima y lamentó que el Nobel se lo dieran a él en vez de a su amigo.
        Saludos de vuelta 🙂
        Pd: Espero también estés dispuesto a usar el hanbok porque próximamente se vienen recomendaciones de películas de por allí 😉

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  4. Qué interesante lo que dices acerca del paso del tiempo. Creo que las preguntas que plantea esa reflexión son muy valiosas.
    Oki y Otoko no se han visto en décadas… pero ahí están, reuniéndose a pesar del daño y los años que median desde la época en que fueron amantes. ¿Siguen queriéndose? Y si es así, ¿qué es lo que quieren? ¿A Otoko, a Oki, o una sombra que les recuerda a ellos? ¿A las personas que fueron, o a estos desconocidos que se saludan ceremoniosamente hoy? ¿O quizá se odian?
    Me gusta mucho que lo plantees así, y que al mismo tiempo plantees, casi como un contrapunto, la relación del artista y su obra, por la que no pasa el tiempo. El único amor que no cambia, porque es a cosas muertas.
    Si me lo permites, dejo acá mi propia reseña de esta novela: https://libreriadeurgencia.wordpress.com/2020/07/19/lo-bello-y-lo-triste-yasunari-kawabata/

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