«Los secretos unen tanto o más que los lazos de sangre».
Qué rápido pasa el tiempo. Publiqué Suena una guitarra hace ya un año. Esta novela transcurre seis meses después del inicio de la pandemia de covid-19. Mascarillas, confinamientos, vacunas… Hoy este paisaje pandémico nos resulta reconocible a todos. Me pregunto si estas palabras dentro de veinte años dibujarán en nuestra cabeza algún recuerdo preciso o si nos resultarán tan indiferentes como a alguien que las oyese por primera vez. Me pregunto también si eso añadirá una pátina de interés a Suena una guitarra o si, por el contrario, deslucirá la propuesta contenida en sus páginas.
Protagonizan Suena una guitarra dos hermanas que pierden a su madre en una residencia y que encarnan la doble actitud que coexiste en el seno de nuestra sociedad sobre lo ocurrido durante la pandemia. Mientras una de las hermanas lucha para que se investigue la muerte de su madre, la otra prefiere olvidar y mirar hacia adelante, asumiendo como inevitable lo sucedido. Pese a lo mal que se llevan, inician la reconciliación como le hubiese gustado a su madre. Su reencuentro durante un fin de semana en la sierra es un intento de reconquistar el paraíso perdido de su niñez, pero hace tiempo que las dos perdieron su inocencia en un bosque que está lleno de lobos…
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