Los nazis asesinaron a más de 80.000 judíos en el gueto de Vilnius (Lituania) entre los años 1941 y 1943. Apenas sobrevivieron 600. El responsable máximo de esa matanza fue Franz Murer, apodado el Carnicero de Vilnius. Terminada la guerra, los soviéticos le condenaron a 25 años de trabajos forzados. Fue liberado tras la firma del Tratado del Estado Austriaco en 1955. La condición para su entrega fue que la fiscalía austriaca presentase cargos contra él. La fiscalía no presentó ningún cargo.
Franz Murer era un hombre muy apreciado en los círculos de poder y también muy popular entre la gente de la calle. Simón Wiesenthal se enteró de su paradero por casualidad y logró movilizar a la opinión pública para que se le llevase ante los tribunales. Murer pasó dos años en la cárcel hasta que este nuevo juicio se celebró en Graz. La vista se celebró en 1963 y duró diez días. Christian Frosch se apoya en las notas del juicio para su recreación fílmica en Caso Murer: el Carnicero de Vilnius.
La estrategia del abogado defensor de Murer solo podía ser una: desacreditar el testimonio de las víctimas y presentar a Murer como la verdadera víctima del juicio. Habían pasado ya veinte años desde que se habían cometido los crímenes que iban a juzgarse. Las inevitables imprecisiones de los testigos al recordar ciertos detalles como el color del uniforme de Murer permiten a su defensor acusar a sus víctimas de querer convertirlo en un chivo expiatorio, dando la vuelta a los papeles de verdugo y víctimas en el juicio.
Christian Frosch cuenta en una entrevista para Austrian Films que tuvo que rebajar ciertos detalles del juicio porque habrían resultado inverosímiles en esta época, como los saludos nazis o las burlas de las que fueron objeto varios testigos por parte del público presente en la sala. Su gran puesta en escena nos conduce por esta farsa que, precisamente por su descaro, sentimos como una representación verdadera de lo sucedido en este juicio de memoria infausta. Frosch muestra de manera sobresaliente la facilidad con la que la verdad se vuelve un hecho sin importancia frente a la retórica de los juristas. Porque todos los que conocen a Murer saben quién es y, por eso mismo, están deseando ayudarle. Murer no es un monstruo para ellos, sino un héroe.
Christian Frosch estrenó Caso Murer: el Carnicero de Vilnius en 2018. En ese momento, nostálgicos del nazismo del partido ultraderechista FPÖ formaban parte del gobierno austriaco. Su película aporta luz sobre este presente con su firme denuncia de lo sucedido en un pasado mucho más próximo de lo que parece. En definitiva, estamos ante una obra reveladora y trascendente, lejos de esos títulos oportunistas sobre los nazis en los que se explota el morbo gratuitamente.
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¡Hola! Este post me recuerda a la frase «La realidad supera a la ficción», causa mucha impotencia pensar que cosas así pasaron de verdad. En este momento no estoy de humor para historias tan trágicas pero tu última frase:
«En definitiva, estamos ante una obra reveladora y trascendente, lejos de esos títulos oportunistas sobre los nazis en los que se explota el morbo gratuitamente.»
Me dejaste con curiosidad, porque la verdad sea dicha hay muchas historias sobre la segunda guerra mundial y los nazis pero pocas son realmente memorables. La mayoría solo trata de producir drama barato con un hecho histórico. Así que me lo anoto en mi (larguísima) lista de pendientes para cuando este de humor para algo así. ¡Saludos!
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Esta película está precisamente en las antípodas de esos dramas baratos. Este juicio fue similar a otros que hubo durante esa época. La realidad supera a la ficción, como bien dices. Saludos 🙂
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