«El hijo del chófer» (2020), de Jordi Amat

Portada de "El hijo del chófer", de Jordi Amat

«Escribir esta narración de hechos reales no ha sido agradable y ponerle el punto final a esta historia trágica ha sido apaciguador».

El hijo del chófer
Jordi Amat

Jordi Amat narra en El hijo del chófer la trayectoria del periodista Alfons Quintà. Este llegó a ser un referente de la profesión, sobre todo durante la Transición. A la vez, fue un personaje atrabiliario. Dejó enemigos por donde fue. Su final fue el propio de un miserable sin entrañas: asesinó a su pareja, que le iba a abandonar, y se suicidó después.

Amat traza la biografía de Quintà en paralelo a la de su tiempo. La utiliza como una especie de espejo negro para dar cuenta de los movimientos entre bastidores de la Transición democrática española y del nacionalismo catalán.

Alfons Quintà era el hijo del chófer del escritor Josep Pla. Las personas más influyentes del poder político y económico catalán eran asiduos del círculo del escritor en los años 50 y 60. Alfons Quintà los conocía desde niño gracias a su padre.

Alfons Quintà odiaba a su padre porque había dejado de lado a su familia para integrarse como uno más en el círculo de Josep Pla. La mala relación con su progenitor quedó testimoniada muy pronto. Tenía 16 años cuando escribió una carta para chantajearle. La carta se la dirigió a Josep Pla. Amenazaba con contarle a la policía franquista sus actividades políticas clandestinas. Ya tenía claro lo que valía la información utilizada en provecho propio. Esta forma de ser y proceder debería descalificar a cualquiera para ejercer un oficio con una dimensión pública, pero, por supuesto, es una ventaja que a Quintà le permitió hacer una gran carrera profesional.

Alfons Quintà fue el presentador de Dietari, en Radio Barcelona, el primer informativo en catalán, ya en las postrimerías del franquismo (octubre del 74). Después trabajó en El País durante los años de la Transición y desde ahí destapó las irregularidades de Banca Catalana, cuyo máximo responsable era Jordi Pujol.

Cuando Quintà abandonó El País, Pujol le llamó. De acuerdo con la máxima de Vito Corleone en El padrino que dice «Mantén cerca a tus amigos, pero aún más cerca a tus enemigos», Pujol ofreció a Quintà que dirigiese TV3, el nuevo medio de comunicación con el que Pujol quería consolidar su imagen de viva encarnación del nacionalismo catalán. Quintà se puso al servició de Pujol, con lo que dilapidó su credibilidad.

En cuanto Pujol ganó con mayoría absoluta las elecciones del 84, echaron a Quintà de TV3. Nadie le echaría de menos. Todos estaban hartos de sus abusos. Además de un déspota insufrible, era un machista rijoso y acosaba sexualmente a las trabajadoras.

A partir de ahí, y tras un breve período en el que fue juez suplente (había cursado derecho, para desgracia de quienes tuvieron que soportarle en los juzgados) se inició su lento declive profesional, con nuevos destinos periodísticos, y personal. Así hasta llegar a esa repugnante estampa final del viejo amargado que iba a asesinar a su mujer, Victòria Bertran. Ella era más joven que él, una doctora que amaba su trabajo y que había vuelto a su lado para cuidarle mientras estaba enfermo…

Jordi Amat se sirve de muchos datos y fechas para apoyar el aspecto biográfico de su crónica, que entra de lleno en lo subjetivo cuando psicoanaliza al personaje en busca de las claves de su conducta:

«Parecería como si la imposibilidad de matar al padre la reconvirtiese en una vivencia brusca con las mujeres, otorgándole al sexo una importancia psicótica, que construía otro ángulo muerto de su personalidad. También ese fuego interior le convertía en un obsesivo sin freno, empeñado en conseguir una información al precio que fuese yendo más allá de la moral. Incluso su conducta bulímica, porque puede comer sin control, tenía algo de psicopatía no diagnosticada ni tratada».

El análisis de Amat brilla particularmente al abordar la cuestión nacionalista en torno a Pujol y lo que Amat llama «la forja del mito»:

«Las víctimas de la bancarrota del banco, que son los accionistas que han perdido sus ahorros y los ciudadanos con cuyos impuestos se ha tapado el agujero de Banca Catalana, deben convertirse en cómplices».

En definitiva, El hijo del chófer, de Jordi Amat, es una lectura muy interesante que da buena cuenta de toda una época de este país y que ayuda a entender mejor qué se esconde detrás de los titulares de la actualidad.

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11 comentarios en “«El hijo del chófer» (2020), de Jordi Amat

  1. Muy interesante tu reseña, Juan. Me has hecho pensar en una película que acabo de ver, «El candidato», (española, del 2019, muy buena, que quizás hayas visto) y que trata de la corrupción política. Y una serie británica, «Roadkill», que trata de lo mismo, aunque con el típico humor negro inglés. Pues me puse a pensar que la podredumbre se va forjando de a poquitos, con el primer odio, el primer abuso, el primer fraude… Va creciendo. Es un tema de expansión.

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  2. Pingback: “Castellio contra Calvino” (1936), de Stefan Zweig | Sorpresa y suspense

  3. Parece un episodio de una serie policial, cine negro en su máxima expresión.
    A este señor le encuentro similitudes con un personaje de tus novelas, cierto juez que no pudo afrontar que su esposa lo dejase y se encontró con ella «de casualidad» en el puente. Aunque como dicen «la realidad supera a la ficción»
    Muy buena reseña, saludos 🙂

    Le gusta a 1 persona

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