«El espía que surgió del frío» (1963), de John le Carré

Portada de "El espía que surgió del frío", de John le Carré

«Leamas se acercó a la ventana a esperar: ante él estaba la carretera, y a ambos lados el muro, una cosa fea y sucia de bloques de cemento perforado y cabos de alambre de espino, alumbrada con una barata luz amarilla, como un telón de fondo que representase un campo de concentración. A oriente y occidente del muro quedaba la parte sin restaurar de Berlín, un mundo a medias, un mundo de ruina, dibujado en dos dimensiones; despeñaderos de guerra».

El espía que surgió del frío
John le Carré

John le Carré publicó El espía que surgió del frío en 1963. Los comunistas habían levantado el Muro de Berlín hacía dos años. El símbolo de la Guerra Fría se elevaba como una siniestra realidad por las calles de Berlín, aislando al bloque comunista del lado occidental. Le Carré arranca su novela ahí, en un puesto de control. Rápidamente nos introduce en un mundo de oscuridad y fealdad en el que se juega la verdadera batalla «para que la gente corriente, aquí y en otros sitios, puedan dormir seguros en sus camas por la noche».

Esta novela nos sitúa en las antípodas de James Bond y su glamuroso mundo. Alec Leamas, su protagonista, es un cincuentón con escaso atractivo y que está quemado después de fajarse durante años en primera línea. Frente al planteamiento maniqueo de las historias de Ian Fleming, Le Carré presenta un mundo nebuloso en el que buenos y malos se parecen más de lo que les gustaría a unos y otros. El éxito de su obra la volvió el paradigma de las novelas de espionaje desde entonces.

Alec Leamas dirige la red del espionaje inglés en Berlín. Su último agente detrás del Muro es asesinado en un control cuando iba a reunirse con él. Es el fin de su red y el comienzo de una venganza en la que Leamas empeñará hasta su alma. Las cosas resultarán de una manera muy distinta a como esperaba, pues no deja de ser un peón dentro de una compleja partida de ajedrez. Aunque está metido hasta el fondo en el juego, una pequeña luz brilla para él al final del túnel:

«Supo entonces qué era lo que le había dado Liz: lo que tendría que volver a encontrar si regresaba alguna vez a Inglaterra: era el preocuparse de las cosas pequeñas, la fe en la vida corriente, la sencillez que le hace a uno partir un pedazo de pan en una bolsa de papel, bajar a la playa y echárselo a las gaviotas».

Leamas intenta que Liz permanezca totalmente al margen de su mundo de espías. Acercarse a ella ha sido una temeridad de la que espera que ninguno de los dos tenga que arrepentirse…

Foto de John le Carré junto a un letrero en alemán

John le Carré trabajó un tiempo para los servicios secretos de su país. Esto contribuyó al enorme éxito de El espía que surgió del frío y de su obra posterior. Le Carré siempre trató como una anécdota su paso por los servicios secretos. La descripción de sus métodos es tan brillante como verosímil, más allá de lo que tengan de observación en el terreno o de pura ficción. Cabe pensar, incluso, si los verdaderos espías no le habrán imitado en alguna ocasión. También es posible que se cuestionen, como sus personajes, el valor de la causa a la que sirven y el precio de su lealtad.

En resumen, El espía que surgió del frío, de John le Carré, es una novela de espionaje armada con gran habilidad y contada con un estilo directo que explica lo que era la Guerra Fría mejor que cualquier tratado de Historia.

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10 comentarios en “«El espía que surgió del frío» (1963), de John le Carré

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  2. ¡Hola! Parece una historia interesante, me gusto eso de que esta en las antípodas de James Bond porque en lo personal no me agrada el personaje. Igualmente no me imagino leyendo algo así (generalmente no me gustan las tramas de espionaje) pero lo voy a poner entre mis pendientes por si se me antoja algo diferente en algún momento. ¡Saludos!

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