Stevenson: Del diácono Brodie al doctor Hyde

Sobre obsesión y creatividad

Lo que es seguro es que ninguno de los grandes creadores tuvo una idea genial sin haberle destinado muchísimo tiempo previo a pensamientos profundos y obsesivos sobre un tema determinado. De hecho hay más relación entre obsesión y creatividad que entre coeficiente intelectual y creatividad.

Cómo se usa el cerebro

Facundo Manes

Stevenson no fue un hombre religioso. Fue algo mejor, fue un hombre ético. Un personaje de Bernard Shaw declara que ha dejado atrás el soborno del cielo: Stevenson hubiera podido agregar que ha dejado atrás la amenaza del infierno.

Jorge Luis Borges

El bien y el mal corren por mis venas y me empujan en direcciones opuestas. No quiero solo una cosa, las quiero todas.

Markheim

Robert Louis Stevenson

Robert Louis Stevenson

Stevenson en el espejo. Ilustración de Marta Gómez-Pintado para la edición de Nórdica Libros de «El extraño caso del doctor Jekyll y Mr. Hyde»

 

Robert Louis Stevenson concibió El extraño caso del Doctor Jekyll y Mr. Hyde durante un sueño, como ya he explicado en El alquimista paciente. Ahora bien, ¿por qué, de entre todos sus sueños, fue precisamente ese el que lo empujó fuera de su lecho de enfermo para, en un arrebato que lo llevó al límite de sus fuerzas, escribir su obra en apenas una semana? ¿Fue una súbita iluminación, sin más conexión con sus circunstancias que, quizás, una mala digestión de la cena de esa noche? ¿O fue el fruto de una ardua deliberación previa que le fue entregado a su imaginación en la inesperada forma de un sueño?

Es posible que Stevenson tuviese una mala digestión que le provocase su pesadilla, pero lo que es seguro es que su interrogación sobre la naturaleza del bien y el mal era una obsesión para él desde niño. Fue educado por unos padres presbiterianos y una niñera calvinista que le provocaba pesadillas con sus lecturas de la Biblia. Su obsesión por este tema aparece reflejada, además, en toda su intensidad precisamente en sus trabajos previos a la aparición de Jekyll y Hyde.

En 1882, Stevenson escribió y estrenó, junto con William Ernest Henley, la obra de teatro El diácono Brodie o La doble vida. El diácono Brodie es un personaje histórico de la segunda mitad del siglo XVIII, todavía muy popular hoy en Edimburgo. Su doble vida fue la de un hombre que por la mañana representaba el papel de ciudadano ejemplar, como miembro del Consejo Municipal de Edimburgo, y por la noche se dedicaba a robar a quienes eran sus clientes por el día. Siendo el más reputado ebanista de la ciudad, recibía continuos encargos para diseñar las puertas y cajas fuertes que debían guardar las mayores fortunas de su ciudad. Era el suyo un negocio próspero que, sin embargo, en modo alguno lo satisfacía. Su descontrolada pasión por el juego y las mujeres lo llevará rápido a una espiral creciente de gastos, que acabará financiando con las fortunas de sus incautos clientes, guardadas bajo cierres de los que él conocía su secreto. Descubierto finalmente, este singular hombre de vida plural será ahorcado en 1788, a los 43 años de edad. Es el claro precursor de Jekyll y Hyde, que, sin embargo, todavía retrasarán su aparición un poco.

Antes, en 1885, Stevenson escribirá su relato Markheim, donde continuarán sus sombrías reflexiones sobre el bien y el mal, esta vez centrándose en la diferencia entre carácter y acciones (Markheim asesina a un anticuario y tiene un encuentro con el Diablo que le hará replantearse quién es):

«—¿Que me conoce? —exclamó Markheim—. Pero ¿cómo va a conocerme? Si mi vida es una calumnia y un disfraz para mí mismo. He vivido para falsear mi naturaleza. Todo el mundo lo hace, la gente siempre es mejor que ese disfraz que crece en torno suyo y acaba por asfixiarlos».

Finalmente, en 1886, Stevenson tiene el sueño que dará base a Jekyll y Hyde, una pesadilla cuyo violento impacto emocional anticipa la trascendencia de su sentido igual que el rayo anuncia el trueno. El carácter contingente de esta pesadilla se torna poco menos que el resultado inevitable de una cadena causal íntimamente ligada a la necesidad creativa del artista.

Tampoco parecerá simple azar que pocos años después, en 1890, Stevenson dirija su durísima Carta abierta en defensa del Padre Damián a un tal Reverendo Dr. Hyde de Honolulu, de quien desnuda su bajeza sin miramientos. Cabe pensar que Stevenson reconociese un oscuro eco de su propia creación en este indigno personaje que la casualidad le puso enfrente, una casualidad que jugó a confundir realidad y ficción en este caso de la misma manera que previamente había jugado a confundir el sueño y la vigilia.

 

3 comentarios en “Stevenson: Del diácono Brodie al doctor Hyde

  1. Vaya vaya! No sabía nada de esto. Doctor Jekyll y Mr. Hyde es de mis favoritos. He aprendido algo hoy. Yo tenia un libro de cientos completos de Stevenson pero, lastimosamente lo vendí. Ahora quiero volver a comprarlo XD Muchas gracias. Abrazos ❤

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