«La llave» (1956), de Junichiro Tanizaki

Portada de "La llave", de Junichiro Tanizaki

«Siempre he evitado comentar mis relaciones sexuales con Ikuko, pues temo que ella pueda leer a hurtadillas mi diario y sentirse ofendida».

***

«En realidad, uno de los atractivos que el diario tiene para mí es que, aunque sé exactamente dónde encontrar el suyo, él ni siquiera imaginará que también yo llevo un diario, y eso me proporciona una deliciosa sensación de superioridad».

La llave
Junichiro Tanizaki

Junichiro Tanizaki publicó La llave en 1956, cuando tenía setenta años y, por tanto, se encontraba en los años finales de su carrera. La llave hace realidad las palabras que el propio Tanizaki escribió en su Elogio de las sombras (1933) sobre la meta estética que buscaba con su arte:

«En lo que a mí respecta, me gustaría resucitar, al menos en el ámbito de la literatura, ese universo de sombra que estamos disipando… Me gustaría ampliar el alero de ese edificio llamado “literatura”, oscurecer sus paredes, hundir en la sombra lo que resulta demasiado visible y despojar su interior de cualquier adorno superfluo. No pretendo que haya que hacer lo mismo en todas las casas. Pero no estaría mal, creo yo, que quedase aunque sólo fuese una de ese tipo. Y para ver cuál puede ser el resultado, voy a apagar mi lámpara eléctrica».

El matrimonio que protagoniza La llave vive en esas sombras tan queridas por Tanizaki. Llevan veinte años casados, él es diez años mayor que Ikuko, su mujer. Cada uno lleva un diario. Esos diarios son los que leemos. A través de ellos somos partícipes del retorcido juego amoroso con el que dan una nueva vida a lo que sucede en los confines umbríos de su dormitorio. La aparición de un tercero, un amigo de la hija del matrimonio, será el detonante que empujará a los protagonistas a entregarse a una fantasía que puede tener consecuencias fatales.

Foto promocional de "Extraña obsesión", de Kon Ichikawa
Foto promocional de Extraña obsesión (1959), de Kon Ichikawa, primera adaptación al cine de La llave

Los diarios que leemos forman parte del juego. Bajo la apariencia de una confesión íntima en soledad, están escritos para ser leídos por el otro. Hablan con una sinceridad que, de otra forma, sería imposible en su relación. El profesor dice de su esposa:

«Es una mujer sigilosa por naturaleza, amante de los secretos, que practica siempre la ocultación y finge no saber nada».

Ikuko, por su parte, dice de su marido:

«Todavía recuerdo que me estremecí al verle la cara cuando se quitó las gafas de miope. Las personas que usan gafas siempre parecen un poco raras sin ellas, pero la cara de mi marido parecía de improviso cenicienta, como la de un muerto».

Él tiene mala salud y la de Ikuko empieza a empeorar cuando se deja emborrachar para que su marido pueda hacer realidad sus fantasías con ella. Los diarios dan buena cuenta del sinuoso camino que emprende este matrimonio. El profesor asume sin complejos el papel de instigador. Ikuko, por su parte, se muestra como una fiel y sacrificada esposa. Según nos cuenta, apoya a su marido en sus desvaríos solo por honrar los valores tradicionales que le han inculcado desde joven.

Sin embargo, una cosa es la historia que nos cuentan los protagonistas en su diario, y otra lo que está pasando realmente. Tanizaki consigue que la trama de La llave funcione como un perfecto mecanismo de relojería que alcanza la plenitud de su sentido en su excelente final. Tanizaki consideraba que «en el mundo de la literatura, las novelas tienen la más elegante organización». La llave es un ejemplo de ello. Treinta años antes de escribir esta breve e intensa novela, Tanizaki ya defendía el predominio de la trama frente a Ryûnosuke Akutagawa, que priorizaba el espíritu poético de la obra. Una división, por lo demás, ya superada por Tanizaki, que rinde su pequeño homenaje a Akutagawa:

«Recordé algo que escribió Ryûnosuke Akutagawa sobre la atractiva palidez del reverso de las orejas de una mujer china. Las orejas de mi esposa, vistas desde atrás, eran así».

En definitiva, La llave de Junichiro Tanizaki es una novela que admite una lectura en diferentes niveles y que trasciende lo escabroso de su planteamiento erótico para captar con fino trazo «el enigma de la sombra» que habita en el alma de sus protagonistas.

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11 comentarios en “«La llave» (1956), de Junichiro Tanizaki

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  2. Una novela psicológica y dramática en toda regla, como suele ser frecuente en la literatura japonesa. Da la impresión de que la cosa no va a terminar bien. Has generado el suspense ideal par darle una oportunidad.
    Saludos 🙂

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  3. ¡Hola! Parece una historia interesante con personajes bien trabajados. Aunque me hecha para atrás la trama escabrosa y que se trate de un autor japones. No fio de ellos para los finales y giros de trama…

    La última parte me hace preguntarme que autor preferís ¿Tanizaki o Akutagawa? ¡Saludos!

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