«Todo debe resolverse en uno o cero, un ganador o perdedor, el salvado o el condenado».
La supervivencia de los más ricos
Douglas Rushkoff
Douglas Rushkoff es «un humanista que escribe sobre el impacto de la tecnología digital en nuestras vidas», según él mismo se define en La supervivencia de los más ricos. Debido a una suerte de equívoco algunos creen que es un gurú de la tecnología capaz de predecir el futuro. Rushkoff empieza narrando un encuentro con unos multimillonarios que le pagan por conferenciar con él de una manera informal. Se queda atónito cuando descubre para qué le han llamado. Quieren saber qué lugar sería mejor para poner su pellejo a salvo en caso de un cataclismo climático o de otro orden. El tema sería simplemente desternillante si no fuese por lo que tiene de revelador. Son gente como esta la que determina en gran medida nuestro futuro.
Rushkoff analiza en La supervivencia de los más ricos lo que él llama «la mentalidad», un conjunto de actitudes y creencias que comparten estos millonarios:
«… una mentalidad en la que “ganar” significa ganar el suficiente dinero para aislarse ellos mismos del daño que crean por ganar dinero de esa forma».
Esta gente vive obsesionada con la inminente llegada de un cataclismo, sea por el cambio climático, por una explosión nuclear, el agotamiento de los recursos naturales, un estallido social o un virus letal que barra el planeta. A esto lo llaman «el acontecimiento». Todos buscan su vía de escape como si estuviesen dentro de un videojuego. Compran islas desiertas en el Ártico para volverlas habitables, construyen cohetes para irse a otro planeta, se inventan realidades virtuales alternativas…
Douglas Rushkoff explica en La supervivencia de los más ricos cómo muchos de estos millonarios, en la cima de su poder, tienen una gran revelación. Suele ser el resultado de intensas experiencias espirituales. Estas experiencias pueden darse en eventos como el Burning Man Festival, donde abunda la ingesta de psicotrópicos. Nada como ponerse ciegos para ver la luz. El planeta está en peligro, la sociedad, en crisis, pero ellos pueden salvarnos a todos.

Rushkoff describe con claridad el guion vital de estos hombres de negocios que se vuelven filántropos:
«Luchar contra un problema “perverso” de una manera convencional. Tomar la píldora roja que permite ver la realidad de una manera completamente nueva. Volver al problema con una novedosa solución de ingeniería. Escalar esa tecnología global y exponencialmente, salvando al mundo de lo más oscuro de su propia naturaleza».
Esta visión se amolda a la estructura guionística del viaje del héroe, inspirada en el monomito de Joseph Campbell y convertida en fórmula por Hollywood. Hollywood está relativamente cerca de Silicon Valley, donde tienen su centro de operaciones la mayoría de estos magnates de la industria tecnológica abanderados por nombres tan conocidos como Bill Gates, Mark Zuckerberg, Elon Musk o Jeff Bezos. Este viaje del héroe con corbata y deportivas explica mucho de cómo se ven a sí mismos estos millonarios y lo que esperan del resto, pero no explica nada de las causas que originan ese problema “perverso” o que ponen de manifiesto esa parte oscura de la que hay que salvarnos. Según Rushkoff:
«Cuanto más podían los poderosos separar la causa del efecto en una sociedad cientifista, menos tenían que fijarse en qué le estaban haciendo a quién».
Rushkoff habla del «efecto montaplatos» por el ingenio que ideó Thomas Jefferson para que le sirvieran la comida en su mansión. Lejos de buscar que los esclavos a su servicio se ahorrasen tener que subir las escaleras, sostiene Rushkoff que su verdadero objetivo era evitar que sus invitados tuviesen que ver a la servidumbre. Así, estos visionarios modernos, que pueden despedir a miles de trabajadores en un momento sin verle la cara a ninguno, imaginan un futuro que no es más que un escape de un presente que no quieren ver porque les molesta. Hablan de progreso, futuro, cambio, pero lo que buscan es mantener el status quo con ellos al mando. Más capitalismo, más desigualdad y explotación, tanto de los trabajadores como de los recursos. Todo en orden hasta que explote el planeta o explote la gente.
Douglas Rushkoff analiza con brillantez en La supervivencia de los más ricos el desarrollo del sector tecnológico en las últimas décadas, desde los inicios de internet, en los que había un espíritu de camaradería, hasta las redes sociales actuales, en las que prima la extracción de datos de los usuarios y su manipulación al servicio del mejor postor. Pero, sobre todo, su libro destaca como una crónica imperdible de la mentalidad que impera en Silicon Valley, el lugar desde el que se irradia al resto del mundo una manera de entender nuestra realidad y de interactuar con ella presente hasta en nuestros gestos más fugaces captados (y espiados) por los sensores de nuestros dispositivos móviles.
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Qué interesante y da miedo a la vez. Y estos personajes son nuestros gurús de hoy. ¿Este título que estás reseñando es una lectura sesuda? ¿Quiero decir si es de los que se están admirando a sí mismos en su intelectualidad mientras van hablando? Es por tener en cuenta la lectura para un huequito que tenga. Gracias:)
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Hola, Olga. Es una lectura amena. Aunque tiene su complejidad su enfoque del desarrollo tecnológico, la exposición es muy clara y bien ilustrada con casos concretos. Lo que sí parece es que Rushkoff estuviese en todas partes. Da la impresión de que le gusta alimentar su fama en el sector. Saludos 🙂
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De alguna forma tiene que enterarse de lo que ocurre y por ello lo de alimentar su fama entre ellos (no sé si te refieres a eso); es infiltrarse y conocer desde la experiencia o de primera mano, supongo. Muchas gracias, Juan:)
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Sí, tiene un conocimiento muy cercano de la materia. Y lo comunica muy bien al lector. Gracias a ti por comentar. Saludos 🙂
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Y yo pensando que a los multimillonarios no les interesaba el cambio climático. Estaba equivocada, les interesa y además nos van a salvar del apocalipsis para usarnos como combustible cuando se acabe el natural. Me quedo más tranquila ahora, estos son los héroes del siglo XXI. Sin capa, pero con la billetera a reventar. ¿No te alegra Juan estar en tan buenas manos?
Excelente reseña, me agendo el libro para levantarme el ánimo sabiendo que tengo más sentido común que estos sujetos. Saludos 🙂
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Qué gran idea lo del combustible XD Me gustaría pensar que Rushkoff exagera, pero lo más seguro es que se quede corto. Ya contarás cuando lo leas. Saludos 🙂
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Tiene una pinta de interesante el libro…Tomo nota. Gracias.
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Es de lo mejor que he leído sobre el tema. Ya contarás si lo lees. Saludos 🙂
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¡Hola! Es terrorífico, parece sacado de una distopía, pensar que esa gente (que serían los villanos de muchas ficciones) son los que más poder tienen…
Me da la impresión de que es un libro escrito con cierto humor a pesar del tema que toca ¿Es así o son ideas mías? Interesante reseña 🙂 ¡Saludos!
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Hola, Noctua. El libro tiene su humor. Por ejemplo, cuando Rushkoff propone a los millonarios de la isla que se hagan amigos de sus guardianes en vez de invertir en «municiones y vallas eléctricas». Esta gente vive en su propia burbuja y tienen un poder que debería estar limitado, pero lejos de eso, cada día crece más. Veremos si no acabamos viviendo todos en una distopía. Saludos 🙂
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He visto entrevistas a Rushkoff. El tipo es genial. Tengo el libro en mis pendientes porque es increíble lo que esta gente cree. Rushkoff se ha vuelto una celebridad él mismo, es la única forma que tiene de que lo inviten a todo. Pero él va de espía! 😂
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Rushkoff es todo un personaje. Me he quedado con ganas de leer más de su obra. Seguro que no te decepciona el libro. Saludos 🙂
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Hace un par de semanas se volvió a publicar esa noticia recurrente, la de que un 1% de los más ricos contaminan tanto como 5000 millones de personas (los dos tercios más pobres). No es raro que se busquen una escapatoria, o que decidan usar sus jets privados para derramar un poco de filantropía por aquí y por allá. Mejor vestirse de superhéroes que de supervillanos (aunque a Elon Musk no se le da tan bien lo del disfraz). Un saludo, Juan. Excelente tu reseña 🙂
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Gracias, Cinelibrista. A esta gente le queda bastante ridículo el traje de superhéroes. La estadística que citas es muy elocuente sobre los méritos reales de esas políticas filantrópicas impulsadas desde sus jets privados. Hacen falta menos «iluminados» y más personas con sentido común. Saludos 🙂
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