«La malnacida» (2023), de Beatrice Salvioni

/ Juan Gómez-Pintado
Portada de "La malnacida", de Beatrice Salvioni

«Por una parte, estaba la vida tal y como yo la conocía; por la otra, tal y como ella me la mostraba. Y lo que antes me parecía correcto se deformaba como mi reflejo en el agua de la pila cuando me lavaba la cara».

La malnacida
Beatrice Salvioni

Beatrice Salvioni nos traslada en La malnacida, una novela iniciática de adolescentes, a la Italia fascista de Mussolini. Francesca, la protagonista, tiene trece años. Su amistad con Maddalena, a la que llaman la Malnacida porque dicen que trae mala suerte, ensancha su horizonte vital y despierta su espíritu crítico sobre el mundo de los adultos que la rodean.

«El mundo estaba hecho de reglas que no había que saltarse. Estaba hecho de cosas adultas, enormes y peligrosas, de errores irreparables que podían matarla a una o enviarla a la cárcel. Era un lugar terrible, lleno de cosas prohibidas, por donde había que caminar despacio y de puntillas, poniendo atención en no tocar nada. Sobre todo las chicas».

Francesca tendrá que enfrentar sus miedos para ganarse el respeto de Maddalena. La forma de ser de la Malnacida, salvaje y auténtica, la separa del resto, que se amoldan a la conveniencia del momento. Se meten con ella porque la temen y la desean. Maddalena es libre y eso la vuelve peligrosa, como el niño que señala al emperador desnudo. Maddalena ve las vergüenzas de sus timoratos conciudadanos, entregados a la causa fascista que solo puede traer la desgracia sobre ellos. En el horizonte ya suenan los cañones de guerra.

«―Si la dichosa guerra estalla, los encargos seguirán aumentando».

Así habla el padre de Francesca, cuyas reticencias con los fascistas ceden cuando consigue un trato de favor para su negocio de sombreros. Aunque esto no le sale gratis, por mucho que quiera mirar a otra parte. Francesca, en cambio, es cada vez más consciente de las renuncias y mezquindades con las que unos y otros, empezando por sus padres, intentan conservar su lugar dentro de una comunidad en la que quien se sale de la fila debe cuidar su espalda. Francesca, que está experimentando los cambios propios de su edad, está dejando atrás a la niña obediente que ha sido y movida por su naciente espíritu rebelde, está abocada a tener el más duro enfrentamiento con sus padres, y, muy en especial, con su madre. Finalmente, cuando las cosas se complican dramáticamente, Francesca tendrá que elegir entre la seguridad del redil o reafirmarse en su diferencia.

Beatrice Salvioni mira al pasado en La malnacida para hacer una lectura del preocupante presente que vive su país, donde parece que las lecciones del pasado están ya olvidadas. Esta novela, brillante debut literario de Salvioni, evoca también el poderoso mundo de Lenù y Lila en La amiga estupenda, de Elena Ferrante. Dice la autora sobre su novela:

«Es la historia de dos chicas que buscan su voz en un mundo que no las quiere escuchar».

Quien lea esta novela se alegrará de poder escuchar a estas dos chicas que afianzan su luminosa amistad en un tiempo muy oscuro.

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14 comentarios en “«La malnacida» (2023), de Beatrice Salvioni”

  1. ¡Hola! En cuanto empezaste a describir la trama me acorde de «La amiga estupenda», no es de extrañar que Elena Ferrante diera su opinión sobre esta novela que tiene bastante en común con la suyas. Eso me recuerda que hiciste un post sobre «La amiga estupenda» ¿Pudiste leer los otros libros de la saga? ¿Que te parecieron? ¡Saludos!

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  2. Hola, Juan. La reflexión final me recuerda a una sinopsis de una serie italiana «Este mundo no me hará mala persona», que habla del retorno fascista a Italia, las preocupaciones de su autor, la inmigración, entre otros temas. No vi la serie, pero el video análisis me gustó y pienso que te podría interesar.
    Desgraciadamente parece que el retorno a las políticas más atroces es algo contagioso, acá la cosa no pinta bien tampoco. Pase lo que pase protegeré a los gorriones de los dictadores pusilánimes y los que lo siguen pensando en salvar sus culos y cayendo en desgracia también (disculpa el exabrupto, no había forma fina de expresarlo)
    Saludos 🙂

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