La autora surcoreana Han Kang alcanzó la fama mundial con su obra La vegetariana, una de las novelas que más impacto global han tenido en los últimos años. Yeonghye, la protagonista de esta inquietante historia, decide dejar de comer carne después de tener un sueño. Esto provoca el rechazo y la incomprensión de su marido y de su familia, más cuando hasta ese momento Yeonghye siempre se ha mostrado sumisa y complaciente. Su actitud rebelde choca con lo que se espera de una mujer en una sociedad como la coreana, que se rige todavía por estrictos códigos patriarcales:

«A mi mujer la había criado a base de azotes en las piernas hasta los diecisiete años».

Cuanto más se opone su entorno a su cambio de dieta, más evidente resulta la voluntad inquebrantable de Yeonghye. Ha iniciado un camino para el que no hay vuelta atrás y en el que dejar de comer carne es solo un primer paso que anticipa medidas más drásticas.

La vegetariana, de Han Kang, consta de tres partes que son narradas por distintos personajes: «La vegetariana», «La mancha mongólica» y «Los árboles en llamas».

La primera parte está contada por el marido de Yeonghye, que es un hombre vulgar y que se ha casado con ella porque pensaba que, siendo una mujer discreta y servicial, nunca le iba a dar problemas. En esta parte hay fragmentos que introducen la voz de Yeonghye cuando sueña. Son los únicos momentos de la novela en los que conocemos su pensamiento de una manera directa.

La segunda parte de La vegetariana transcurre dos años después y está narrada por el cuñado, un artista que se obsesiona con Yeonghye después de ver una marca azul en su piel, la mancha mongólica. Su obsesión le lleva a proponer a Yeonghye una sesión de videoarte en la que quiere pintar unas flores sobre su cuerpo desnudo.

La hermana de Yeonghye narra la tercera parte de La vegetariana, que se desarrolla un año después. Es una mujer agotada y desencantada, que intenta comprender a su hermana e impedir que su historia acabe en un desenlace fatal. Su punto de vista es el que produce mayor empatía. Es una figura trágica como Yeonghye, una mujer sacrificada y digna que indaga con su mirada profundamente humana en el drama de su hermana, que no puede dejar de sentir como muy cercano.

«—Ya no necesito comer. Puedo vivir sin alimentarme. Me basta con el sol».

El origen de La vegetariana está en un verso de Yi Sang: «Creo que las personas han de ser plantas». Han Kang había escrito ya, diez años antes, una historia sobre una mujer que se convierte en planta.

Como ella misma dice en la introducción de la novela:

«Hacer preguntas, eso es para mí escribir. No escribo respuestas, simplemente me afano por responder preguntas, trato de permanecer mucho tiempo dentro de ellas. […] Esta novela es también una pregunta imposible. Hay una mujer, un ser humano que ya no quiere formar parte de la humanidad…».

La vegetariana tiene ecos de Kafka y del Bartleby de Melville. Han Kang escribe con prosa elegante y precisa. Consigue atraparte en la historia a través del análisis psicológico de sus personajes, por extraña o lejana que te resulte su conducta. A la vez, Han Kang cuenta lo justo para empujar al lector a encontrar sus propias respuestas sobre el enigma que plantea, que apela directamente a nuestra condición animal. La autora coreana nos enfrenta a nuestro reflejo de una manera poco favorecedora. Al leerla, sientes la clase de desasosiego existencial que provoca concentrar la atención en alguien que está masticando un jugoso solomillo de ternera. Puede que La vegetariana no sea plato para todos los gustos, personalmente he encontrado el menú de una calidad literaria excelsa.

Han Kang ha publicado varias novelas y libros de cuentos. En el 2017 la ministra de cultura coreana la puso en la lista negra por su libro Actos humanos, en el que denuncia la brutal represión de una revuelta estudiantil en Gwangju llevado a cabo por el dictador Chun Doo-hwan y su ejército. La ministra de cultura era hija de este dictador. En el 2024, Han Kang recibió el Premio Nobel de Literatura por su «intensa prosa poética que confronta traumas históricos y expone la fragilidad de la vida humana».

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