«Una historia de amor y oscuridad» (2002), de Amos Oz

Solos. Ilustración de Marta Gómez-Pintado
Solos. Ilustración de Marta Gómez-Pintado

De mi madre no he hablado casi nunca en toda mi vida hasta ahora, hasta escribir estas páginas. Ni con mi padre, ni con mi mujer, ni con mis hijos ni con nadie. Tras la muerte de mi padre, tampoco hablé apenas de él. Como si hubiese sido un niño expósito.

Una historia de amor y oscuridad
Amos Oz

Amos Oz publicó en 2002, ya en plena madurez de su vida con más de sesenta intensos años a sus espaldas, este impresionante relato autobiográfico. Amos Oz nació en 1939, por lo que durante su infancia y adolescencia, período en el que se centra su escrito, le tocó vivir en su Jerusalén natal la génesis del estado de Israel (1948). La ilusión exultante de “los años grandiosos”, en medio de la tragedia por la persecución nazi y exterminio de los judíos en Europa, desembocó, con la inmediata declaración de guerra de los países árabes en defensa de Palestina, en el crudo despertar de “la mañana del día siguiente”, una mañana, en palabras de Amos Oz, “grisácea, deprimente, húmeda, avara y mezquina”. Es sabido que el conflicto entre Israel y Palestina sigue abierto hoy, y Amos Oz habla de ello en este libro, dando una visión acorde con su militancia en el movimiento Paz Ahora del que es uno de los fundadores y que aboga por una solución de dos estados en el que unos y otros puedan convivir pacíficamente. Escribe:

En la vida de los individuos y de los pueblos, los conflictos más terribles son casi siempre los que estallan entre dos perseguidos. Sólo en la ilusión difundida por algunos círculos románticos, los perseguidos y los oprimidos se unen siempre por solidaridad y caminan como un solo hombre hacia las barricadas para luchar juntos contra su cruel opresor. La verdad es que los dos hijos de un padre déspota y maltratador no necesariamente se convierten en aliados, y no siempre el destino común les acerca. En más de una ocasión uno ve en el otro no a un hermano con un destino común sino precisamente la imagen terrorífica de su común perseguidor.

Frente a la grandilocuencia de la Historia y sus avatares, Amos Oz contrapone la humilde crónica del drama familiar como elemento central de estas memorias noveladas, en un intento de reconciliarse con su doloroso pasado marcado por el suicidio de su madre cuando él tenía doce años y ella todavía no había cumplido los cuarenta. Su madre quedó muy profundamente afectada por su exilio de una Europa donde los nazis asesinaron a todos aquellos que, amados u odiados, habían constituido su mundo hasta muy poco antes. Dos años después de su trágica muerte el joven Amos cambiaría su famoso apellido, Klausner, por el de Oz, que en hebreo significa “coraje” y se marcharía a vivir y trabajar en un kibutz, lo que para él representaba entonces “‘el polo opuesto’ a la opresión de la casa paterna”.

Desde el día de la muerte de mi madre hasta el día de la muerte de mi padre, casi veinte años después, no hablamos de ella ni una sola vez. Ni una palabra. Como si no hubiera existido.

Una frontera fundamental se erigía entre el joven Amos y sus mayores: la imposibilidad en sus mayores de “expresar un sentimiento personal […] fruto de generaciones y generaciones bajo la represión y la prohibición”.

La emocionante aproximación que hace Amos Oz a su padre, que siempre se refugiaba en la forma de las palabras para evitar mostrar su fondo, y a su madre, que, siempre atenta y educada con todos, se suicidó “sin despedirse, sin un abrazo, sin una explicación” representa la superación de esa barrera que condena a una amarga incomprensión el diálogo entre generaciones.

Durante las semanas y meses posteriores a la muerte de mi madre no pensé ni por un momento en su dolor. Me negué a escuchar el inaudible grito de socorro que dejó tras ella y que probablemente estuvo siempre flotando en las habitaciones de la casa. No tuve ni una pizca de compasión. Tampoco nostalgia. Tampoco lloré la muerte de mi madre: estaba tan ofendido y tan furioso que no me quedaba sitio para ningún otro sentimiento.

Amos Oz consigue que escuchemos ese grito inaudible y que compartamos su dolor. Con coraje, sin sentimentalismo, ayudado de un estilo que se recrea en el detalle descriptivo para ir creando la atmósfera que le permite revivir con profunda verdad a sus seres amados, que vuelven a respirar a través del inspirado hálito de su prosa en una larga declaración de amor incondicional que conjura las oscuras sombras del circunstancial desencuentro del pasado.

Cuando el mundo de una persona es oscuro, lee un libro y ve otro mundo.

O lo escribe.

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Una historia de amor y oscuridad

“Una historia de amor y oscuridad, de Amos Oz.
Traducción de Raquel García Lozano
Ediciones Siruela, 2015.

11 comentarios en “«Una historia de amor y oscuridad» (2002), de Amos Oz

  1. Ah no se llama Oz ! Nooo que desilusión qué bello suena Amos Oz leí el Rey de Noruega pero me resulta difícil leer i books y compré De repente en lo profundo del bosque 🌳 dos niños de la aldea deciden escaparse de sus casas y adentrarse en la oscuridad desconocida me fascinó “Durante muchos días la gente evitó mirarse a los ojos. Tenían miedo. O desconcierto. O vergüenza. Desde entonces casi nadie ha vuelto a hablar de todo aquello. Ni una palabra. De hecho, a veces incluso olvidan por qué prefieren olvidar. Sin embargo todos recuerdan perfectamente, en silencio, que es mejor para ellos no recordar. “ Me gustaba para cita de algo que todavía no toma forma no puedo escribir tragada por el silencio de heridas colectivas que uno prefiere no recordar. Una pantera en el sótano es otro libro que deseo leer. Es el escritor creo debo descubrir en este momento de mi vida. Movilizante historia y una vida de interesante activismo, la de Oz. Desde Argentina te agradezco tus elecciones de escritores, una no la comenté por qué me recordaba a los turistas argentinos que murieron en el atentado de New York y me resultaba muy doloroso. Saludos de una maga de Oz que últimamente ve sus fantasías confrontadas con crueles realidades sociales. Muy Brillante tu escritura y las ilustraciones 💫✨

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    • Viendo cómo está el mundo, parece que muchos estuviesen empeñados en darle la razón a los partidarios de la Teoría de la Involución. Sobre recordar, dice Facundo Manes que «los recuerdos son islas en un océano de olvido». Muchos se ahogan en ese océano. Hay que tener «coraje» para recordar como hace el amigo Oz. Yo también me quiero leer «Una pantera en el sótano». Un gusto leerte, maga de Oz 😉

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