«Kentukis» (2018), de Samanta Schweblin: voyerismo tecnológico

Portada de "Kentukis", de Samanta Schweblin

¿Realmente había más gente interesada en mirar que en ser mirada?

Kentukis
Samanta Schweblin

Samanta Schweblin imagina un mundo en el que los kentukis son la nueva sensación del mercado, unas mascotas de peluche implementadas con la tecnología de las redes móviles. Topos, cuervos, dragones, lechuzas, conejos, hay para todos los gustos. Lo que hace diferentes a estos kentukis es que llevan una cámara incorporada y que pueden ser accionados por control remoto. Cada kentuki tiene una sola conexión. Por un lado están los dueños de la mascota y por otro los que la manejan a través de una tablet desde la distancia. El sistema de emparejamiento es aleatorio y a escala global. En la práctica, los dueños del kentuki dejan que un extraño los observe en su intimidad. Basta que un kentuki agote su batería una vez para que no vuelva a funcionar. Muchos se arrepienten de haberlos enchufado antes de que eso ocurra.

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«Distancia de rescate» (2014), de Samanta Schweblin

Portada de "Distancia de rescate", de Samanta Schweblin

«Yo siempre pienso en el peor de los casos. Ahora mismo estoy calculando cuánto tardaría en salir corriendo del coche y llegar hasta Nina si ella corriera de pronto hasta la pileta y se tirara. Lo llamo «distancia de rescate», así llamo a esa distancia variable que me separa de mi hija y me paso la mitad del día calculándola, aunque siempre arriesgo más de lo que debería».

Distancia de rescate
Samanta Schweblin

Amanda ha ido con su hija, una niña todavía, a pasar unos días en el campo. Lo que pretende ser una escapada tranquila para reencontrarse con los placeres de la naturaleza, lejos de los agobios de la ciudad, se convierte en un viaje directo al horror. Samanta Schweblin narra Distancia de rescate en forma de un diálogo apremiante y angustioso entre la protagonista y el hijo de su vecina. Este es un extraño niño que parece tener la respuesta al enigma que se plantea en la obra desde sus primeras líneas. Una amenaza invisible pende sobre Amanda y su hija. Podemos sentirla y respirarla antes de comprender la oscura fuente de la que mana.

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