OJO: Reseña con spoilers.
«La verdad, lo que a mí me sorprende es que los asesinos permanezcan aquí sentados, sin inmutarse, cuando estoy hablando de todo esto».
Confesiones
Kanae Minato
Confesiones, de la autora japonesa Kanae Minato, es un thriller que no da respiro desde la primera página. La profesora Moriguchi se despide de sus alumnos en el último día de curso. Les cuenta que su hija de cuatro años, que creen que murió en un accidente un mes antes, en realidad fue asesinada. Los asesinos son dos de sus alumnos, de los que piensa vengarse. Pero, además de madre, Moriguchi es pedagoga, y quiere que su venganza sea una enseñanza también para los dos jóvenes de trece años que han asesinado fríamente a su hija sin experimentar el menor remordimiento.
Kanae Minato estructura Confesiones en seis partes, que sirven cada una para exponer el punto de vista, narrado en primera persona, de cada uno de los personajes implicados en la siniestra trama. Este carrusel de testimonios nos da la oportunidad de conocer el entorno y circunstancias y la banal motivación de unos criminales capaces de hacer un daño terrible y que no dejan de ser unos críos de trece años, con todas sus inseguridades, pero también con sus propios sueños e ilusiones.
Kanae Minato huye en Confesiones de la recreación morbosa de la violencia y de envolver con ningún aura de misterio a los criminales como es habitual en los medios de comunicación. Hace una denuncia directa de esto en la novela a través de la profesora Moriguchi. Minato retrata un mundo alienado en el que los valores éticos parecen haberse desmoronado, con unos adultos que parecen tan perdidos como los jóvenes a los que deben educar y servir de guía.
La autora japonesa trata cuestiones como la estigmatización por el SIDA o por el aislamiento social autoimpuesto de los hikikomori. Estos se encierran durante meses o años en las casas de sus padres sin estudiar ni trabajar. También aborda el acoso escolar. La necesidad de reconocimiento y aceptación que tienen los personajes se convierte en la excusa para desatar sus peores instintos.
«Ahora que he terminado de leer el diario de mi madre, no veo luz, sino que me encuentro dentro de una oscuridad aún más densa en la que ni siquiera atino a ver por dónde dar el siguiente paso».
Dentro de este mundo que parece regido por un sol negro, Kanae Minato se cuestiona en Confesiones el papel de la madre como figura guía. Los padres, por su parte, son figuras ausentes. Fuera de la manutención, parecen haber delegado el resto de su responsabilidad como progenitores.
Confesiones, de Kanae Minato, funciona como el ajustado mecanismo de una bomba de relojería, que mantiene la tensión en la narración desde su tremendo comienzo hasta su explosivo final. Es una lectura que disfrutarán los amantes del género y el resto de lectores, por su inteligente exposición y el alcance de los temas que trata.

Confesiones, con su éxito inmediato, catapultó la carrera de Kanae Minato. Tetsuya Nakashima dirigió la adaptación al cine en 2010. Optó por un planteamiento formal nada convencional. Tras un comienzo bastante desquiciado, consigue un resultado brillante por momentos. La película fue elegida para representar a Japón en los Oscar.
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