«Un cacahuete ha caído a la tierra y un grupo numeroso de hormigas lo empuja con una fuerza insólita hacia el agujero cercano que da acceso al laberinto de su guarida. Imagina David un mundo subterráneo inmenso con comida almacenada para sobrevivir durante décadas. “Muy listas, muy previsoras, pero el agua se colará por este agujero y moriréis también”.».

La extrañeza de la lluvia
Mayte Blasco

Mayte Blasco imagina en La extrañeza de la lluvia un futuro próximo muy negro marcado por el cambio climático. Las restricciones medioambientales a las que obliga alimentan el auge de una populista y peligrosa formación política. La familia de un rico empresario y sus complicadas relaciones sirven de hilo conductor para adentrarnos en un mundo con una atmósfera agobiante, en el que lo más irrespirable, por momentos, va a ser el ambiente creado por los propios personajes.

Tenemos al patriarca de apetito insaciable, con las mujeres y en la mesa, y al hijo que sigue sus pasos y que tiene aún menos escrúpulos. Arrogante, mezquino y cobarde, se aprovecha de su situación privilegiada para acosar a las mujeres de su entorno laboral y doméstico. Esta violencia traerá graves e inesperadas consecuencias. En contraste, su hermano, que es médico, es poco menos que un santo. Su máximo anhelo es tener un hijo, lo que, en su mundo, tan parecido al nuestro, resulta cada vez más difícil por los problemas de infertilidad. Es el favorito de su madre, una mujer que se ha movido por el interés en su matrimonio, pero que también tiene su buen corazón debajo de sus pechos postizos…

Seguimos el punto de vista de un personaje diferente en cada una de las siete partes de La extrañeza de la lluvia. Hay saltos en la perspectiva y también en el tiempo de la ficción, que abarca un período de varios años. Cada parte tiene entidad propia. Funcionan casi como relatos independientes. A la vez, son piezas de un rompecabezas que acaba ofreciendo una clara visión del conjunto.

Conocemos en profundidad a los diferentes protagonistas gracias a la exposición pormenorizada de sus movimientos, miradas, diálogos y pensamientos. Esta manera de narrar, ceñida al detalle y a la perspectiva de un solo personaje en cada parte, nos mete de lleno en situación. Según quién protagoniza los diferentes capítulos, pasamos de lo previsible a la sorpresa, como cuando seguimos la acción desde la perspectiva de un niño. Llegan así, también, momentos de máxima tensión dramática que se multiplica por el acierto en la elección del punto de vista, como en el brutal capítulo que transcurre en la casa de campo.

Mayte Blasco muestra en La extrañeza de la lluvia un mundo en el que el sol abrasa y la lluvia provoca inundaciones, en el que una lata de cola es una reliquia y los desodorantes que evitan el mal olor son ya cosa del pasado. Pero en ese mundo las pasiones y necesidades que guían a unos y otros siguen siendo las mismas. Hay quienes siembran el caos y la destrucción a su paso y quienes luchan por un presente y futuro mejores:

«Imagina que es a él a quien suceden las desgracias de los otros. Está convencido de que solo eso podrá salvar al mundo».

En resumen, Mayte Blasco crea en La extrañeza de la lluvia una poderosa fabulación sobre lo que puede ser nuestro futuro más inmediato. Apoyada en un estilo conciso y atento al detalle, y en una estructura abierta que le permite explotar las virtudes del cuento a la vez que las de la novela, consigue una narración absorbente e inquietante. Su lectura permanece en la cabeza con una fuerza que más parece el recuerdo de una vivencia real.

Blog de la autora: El blog de Mae

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