Ernst Lubitsch, la censura y los críticos: «Ser o no ser» (1942)

Lubitsch y la censura

El mago Lubitsch. Ilustración de Marta Gómez-Pintado

El señor Lubitsch es un Nerón jugando con su lira mientras Roma arde.
Bosley Crowther, crítico del New York Times

Una risa no es algo a despreciar.
Greenberg, en Ser o no ser.
Ernst Lubitsch, director y guionista junto con Edwin Justus Mayer

La sátira es algo muy serio, aunque no tanto como los censores y los críticos que velan por las buenas formas en el arte, atañan estas a la moralidad o a la estética. De hecho, cuanto más inmoral y grotesco sea el sistema que defienden, más importante se hace su presencia.

El Código Hays imperaba en Hollywood desde 1934, un código de autocensura que los magnates de la industria cinematográfica de Hollywood habían abrazado con fervor para garantizar la buena marcha de su negocio. La brillantez de Lubitsch para sortear las puritanas limitaciones del Código Hays se convirtió en un rasgo estilístico de su obra, el famoso “toque Lubitsch”. Billy Wilder y Charles Brackett, que trabajaron con él, lo describen muy bien en el homenaje con motivo de su muerte en 1947:

Los alumnos, confrontados con el problema de mostrar una noche de bodas, recurren a los violines. Escriben frases insinuantes y picantes. Lo inundan todo del azul de la luz de la luna y lo funden con el amanecer que avanza despacio a través de los finos cortinajes. ¡No el profesor Lubitsch! A él no le importa nada la noche de bodas. Se la salta entera. Él fotografía a los amantes en el desayuno. Y muestra más deliciosas connotaciones de sensualidad en la novia partiendo la cáscara de un huevo cocido que las que podrían ser evocadas por los más húmedos labios al encuentro de los más censurables besos.

En el arranque de Ser o no ser las autoridades locales prohíben la representación de su obra Gestapo a la compañía de teatro que protagoniza la película. Temen que pueda molestar a los nazis. Increíblemente, a pesar de semejante precaución, los nazis invaden Polonia igualmente.

El título de la película preocupaba en la United Artists. Pensaban que Ser o no ser podía ser “demasiado intelectual”. Lubitsch les propuso un título alternativo, que casaba con el argumento: El censor prohíbe. No volvió a mencionarse la cuestión.

La cuestión que no se menciona en toda la película es la persecución nazi a los judíos. En ninguna película de esa época se habla de ello, una imposición de la censura que solo Charles Chaplin enfrenta directamente en El gran dictador, donde el genial autor inglés gozó del total control de su producción y del apoyo del presidente Roosevelt. Que no se mencione explícitamente el tema en Ser o no ser no significa, ni mucho menos, que no se aborde.

Lubitsch gozaba de un gran reconocimiento en Alemania a principios de los años 30. Poco antes de la llegada de Hitler al poder él mismo había tenido un gran recibimiento en su Berlín natal. Estas imágenes de Lubitsch en Berlín serán utilizadas en la película propagandística nazi El judío eterno (1940), para mostrarle como ejemplo de las supuestas corrupción y depravación de los judíos.

Lubitsch no solo elige a Jack Benny, judío como él, como protagonista que va a plantar cara a los nazis en su ficción haciéndose pasar por uno de ellos, en un magnífico sobrentendido que puede pasar tan desapercibido para los espectadores como para los nazis a los que engaña, sino que introduce a un personaje, Greenberg, que encarna abiertamente la voz de los judíos perseguidos por los nazis, como señala Gerd Germünden (Extraños del continente: el cine alemán en el exilio, 1933-1951). En un rápido diálogo al principio de la película, ante la sobreactuación de un compañero, Greenberg dice: “Tú eres lo que yo no puedo comer”. Es su manera de explicitar que es judío (en este caso, se trata de un juego de palabras en inglés, pues ham significa ‘jamón’ y también ‘actor histriónico’). Este personaje, a lo largo de la película, repetirá en diferentes situaciones y con una creciente significación, el soliloquio de Shylock en El mercader de Venecia, de William Shakespeare. Finalmente, se lo dirá en la cara al propio Hitler. Lubitsch altera el texto original para esquivar a la censura, a la vez que subraya con esa alteración la denuncia que está haciendo. Transcribo el texto con la corrección del original tal como queda en la película:

Soy judío. ¿No soy humano? ¿No tiene un judío tenemos ojos? ¿No tiene un judío tenemos manos, órganos, dimensiones, sentidos, afectos, pasiones; alimentado con la misma comida, herido con las mismas armas, sujeto a las mismas enfermedades, curado por los mismos medios, calentado y enfriado por el mismo invierno y verano, igual que un cristiano? Si nos pinchan, ¿no sangramos? Si nos hacen cosquillas, ¿no nos reímos? Si nos envenenan, ¿no no morimos? Y si nos agravian, ¿no nos vengamos?

Carole Lombard y Jack Benny en una secuencia de

Carole Lombard y Jack Benny en una secuencia de «Ser o no ser»

Sorteado el problema de la censura, Lubitsch se encontró con el problema de la crítica. Igual que Miklós Rózsa había rechazado realizar la música para la película porque veía inadecuado hacer una sátira sobre los nazis, muchos críticos le atacaron por el enfoque de su película. El propio Lubitsch escribe en el New York Times:

Me acusan de tres grandes pecados: de haber violado toda forma tradicional al mezclar melodrama con sátira y comedia e incluso farsa; de poner en riesgo nuestro esfuerzo bélico por tratar la amenaza nazi demasiado a la ligera; y de mostrar un extremado mal gusto por haber elegido la Varsovia actual como telón de fondo para una comedia.

Sobre la indebida mezcla de géneros, Lubitsch responde:

Es verdad que he tratado de romper con la fórmula tradicional en las películas. Estaba cansado de las dos recetas establecidas y reconocidas, drama con alivio cómico y comedia con alivio dramático. Decidí hacer una película sin ninguna intención de aliviar a nadie de nada en ningún momento; dramática cuando la situación lo demanda, satírica o cómica cuando así lo requiere.

Sobre tratar la amenaza nazi a la ligera, argumenta:

No muestro ninguna cámara de tortura, ni flagelaciones, ni primeros planos de nazis excitados usando látigos y poniendo los ojos en blanco lascivamente. Mis nazis son diferentes: pasaron esa etapa hace mucho tiempo. La brutalidad, las flagelaciones y la tortura han llegado a ser su rutina diaria. Hablan de ello con la misma desenvoltura con la que un vendedor habla de la venta de un bolso.

Respecto a la elección de la Varsovia bombardeada e invadida por los nazis como telón de fondo para una comedia, responde a Mildred Martin, del Philadelphia Enquirer, que le acusa de «encontrar diversión a costa del bombardeo sobre Varsovia»:

Naturalmente, su afirmación de que «encuentro diversión en el bombardeo de Varsovia» es completamente falsa. Cuando me he referido a la destrucción de Varsovia en Ser o no ser la he mostrado con toda seriedad; los comentarios de las imágenes de la devastación de Varsovia hablan por sí mismos y no pueden dejar ninguna duda en la mente del espectador sobre cuál es mi punto de vista y actitud hacia estos actos de horror. A quien he satirizado en esta película es a los nazis y su ridícula ideología. También he satirizado la actitud de los actores que siempre permanecen actores independientemente de lo peligrosa que pueda ser la situación, lo que creo es una observación verdadera.

Cualquiera que vea hoy la película puede confirmar hasta qué punto consigue Lubitsch su propósito.

El ejercicio de la sátira siempre ha chocado y seguirá chocando contra los censores y los críticos de todas las épocas. El humor es peligroso para quien vive a costa del drama ajeno. Todo tirano sabe que tiene las horas contadas desde el momento en que es objeto de burla por parte de quienes deberían temerle.

8 comentarios en “Ernst Lubitsch, la censura y los críticos: «Ser o no ser» (1942)

  1. ¡Hola! No conocía esta película pero me interesa, especialmente por lo que mencionas, en esa época criticar a las nazis públicamente era tabú. Es paradójico pensar que décadas más tarde los nazis serian los villanos favoritos para toda clase de historias ya fueran libros, películas, incluso animaciones. ¡Saludos!

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  2. Hola Juan, pues la agendo…adoro las sátiras y todo lo que has escrito es sumamente interesante y una invitación para verla. Coincido totalmente con la última frase «Todo tirano sabe que tiene las horas contadas desde el momento en que es objeto de burla por parte de quienes deberían temerle»
    La mejor forma de enfrentar a las dictaduras encubiertas actuales es a través del humor. Saludos y genial entrada como siempre 🙂

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